“Movimientos Ciudadanos; al rescate de la democracia» Suplemento Especial de Espacio 4 Num. 435
Articulo publicado en el Num. 435 de Espacio 4 dentro del suplemento especial. Agradecemos a los editores de dicho medio impreso su amabilidad y espíritu incluyente.
Aproximaciones
El grupo Basta! Coahuila en Facebook se convirtió en el espacio de debate más visitado por los coahuilenses para expresar su descontento con el manejo de las cuentas públicas. El colectivo exige transparencia y promueve la construcción de ciudadanía. Nacido de la indignación por el fraude en la contratación de parte de la deuda del estado, el colectivo Basta! Coahuila aspira a promover la construcción de ciudadanía y la información constante.
Basta! Coahuila: Unidos por la Transparencia
Puesto que todos somos congéneres y conciudadanos a quienes nos une esta determinada causa, se hace indispensable establecer procesos de escrutinio y análisis que coadyuven a un mejor entendimiento de los sucesos en que millones de personas protagonizan el devenir humanitario en un orbe hostil.
La Indignación nace de una facultad inherente al pensamiento que establece conexiones propias de un proceso ontológico cuasi primario en el que el espíritu –abstracto- logra converger con ciertos conceptos de valor cualitativo y que forman parte de cierta capacidad del ser humano para sentir a priori, las circunstancias que le son adversas. La Indignación obedece a motivaciones activadas por parámetros éticos y morales, que forman parte de una estructura mental no decadente aunque muchas veces anestesiada por factores sistémicos meticulosamente programados por la perversidad.
Todo ser humano tiene la necesidad -consciente o subconsciente- de reivindicar su estadía en un planeta al que no pidió venir pero en el que ciertamente y a pesar de las adversidades, sabe que pertenece. En esa búsqueda de pertenencia es donde se establecen sistemas de creencia a escala de valores y en donde se empiezan a definir los parámetros que habrán de orientar la conducta personal en un mundo en el que hay que co-habitar con otras entidades vivas que tienen los mismos derechos así como las mismas obligaciones de respetar y tolerar al prójimo, por encima del privilegio personal. Cuando por alguna razón esos estándares son violentados por un sistema de gobierno o alguna asociación colectiva amplia y con poder de influencia o armas, básicamente lo que ocurre es un proceso de reordenamiento visceral que tiende a -exponencialmente- trastocar nuestra conducta, pues se ha transformado nuestra idiosincrasia previa al momento del shock que originó a la catarsis.
México padece una problemática que obedece más que a sus circunstancias, a la historia. La falta de participación ciudadana se debe fundamentalmente a la mala educación cívica que gobierno y partidos políticos han generado en la población, sobre todo en la más vulnerable; conculcando la dependencia e idolatría a priori de los conciudadanos débiles que además no han encontrado –tal vez tampoco buscado- referencias alternas que les indiquen que en una democracia el ciudadano es el que manda. Nuestra crisis político social se debe a que en gran medida los poderes fácticos e institucionales han pro creado a una masa sometida y condicionada, cuando por otra parte tampoco hemos contado con una masa capacitada para indignarse y llevar esa indignación a la objetivación de parámetros coyunturales que obliguen a las instituciones a trabajar más allá de beneficios políticos, económicos o electorales. El cáncer que nuestra trayectoria post revolucionaria sembró en la población mexicana tiene algunas de sus articulaciones en la burocracia que no fue capaz de romper estructuras heredadas –por increíble que parezca- desde la época porfirista. El estallido de la Revolución fue una hecatombe que destapó la caja de pandora mexicana; la sociedad rural llevó una lucha lineal que no se vinculó con la sociedad urbana y ésta disoció los intereses y necesidades entre sus mismas clases de tal manera que no se logró insertar una conceptualización madura y responsable de las verdaderas causas de la lucha entre los ciudadanos de ninguno de los dos hemisferios señalados. Los verdaderos resultados de la Revolución Mexicana fueron más hambre, más muerte y más ignorancia; también una profundización de la división de clases.
Se desarticuló muy parcialmente a la vieja burocracia porfirista y se dieron los advenimientos de una nueva clase gobernante que asumía por antonomasia sistémica los vicios de la anterior, acrecentándose sin embargo la corrupción, pues llegaron al poder legiones de analfabetos empistolados que comenzaron a “gobernar” en base al cacicazgo, la represión violenta y estructural y las negociaciones entre “la casta revolucionaria” que no fincó ni lejanamente, verdaderos estándares democratizadores a favor de México.
Todo el periodo de ‘construcción’ y ‘reconstrucción’ de la nación, fue un levantamiento de estructuras corporativistas a favor de los caciques –asesinos además- en todas las esferas del poder nacional, por lo que vemos entonces que el nacimiento de muchas instituciones obedecieron a la respuesta de demandas concretas, sí, pero vinculadas de origen con la corruptela piramidal que forma parte de la idiosincrasia del México bronco revolucionario y post revolucionario. El status quo fomentó la generación de una nueva clase urbana que abandonaba los campos pero que era sobre viviente de un holocausto por lo que se quedaba huérfana de conciencia. Lo prioritario era lograr el beneficio material inmediato a base de, ahora sí, cualquier circunstancia maniquea puesta a favor de la corporativización.
México vivió sometido por su barbarie canónica; armada; institucionalizada… que solo habría cambiado de estafeta. Es decir, de barbarie porfirista a revolucionaria. No ignoramos los posibles logros ni tampoco menospreciamos que la redefinición –aunque sea parcialmente- de las instituciones, ha costado empeño por parte de amplios sectores de la sociedad mexicana moderna, sin embargo abordamos la problemática desde una perspectiva secular en virtud de los procesos que nos han llevado a padecer nuestra descomposición social desde un ámbito de lo cívico y lo cultural.
Es indiscutible que la transición lograda en el año 2000 fue resultado de años de empuje social y político, pero también resultado de sacrificios y de sangre vertida en el nombre del poder que el partido perpetuo, el PRI, sostuvo por medio de su consabida represión por décadas. Posterior a la transición democrática, hemos caído en la cuenta de que uno de los mayores problemas en nuestro país es la partidocracia fomentada por la idolatría estructurada pero también por la indiferencia de un alto porcentaje de la población que parece no querer darse cuenta de la importancia que juega en su papel histórico la determinación del pueblo por emanciparse en beneficio de su propia educación y salud.
Vivimos tiempos en los que la vida nacional exige que la sociedad se involucre de lleno en la vida de la nación a través de sus vertientes, pública; participando activamente a través de las instituciones, presentando iniciativas a los congresos, vigilando a los legisladores y a los funcionarios municipales, estatales y federales, exigiendo a las instancias responsabilidad y honestidad, política; interviniendo en el quehacer de una política sustentada en el bien común y no particular, fomentando el acercamiento entre los ‘actores’ políticos y el ciudadano promedio, estimulando también el ejercicio del diálogo y la negociación fincada en el orden y el progreso, administrativa; pidiendo cuentas claras de cada centavo gastado por los gobiernos y las instituciones así como los funcionarios, predicando el saneamiento de las finanzas públicas aportando lo debido a las haciendas públicas rechazando la imposición de nuevos y mayores impuestos, participando en la estructuración de los planes de egresos e ingresos no dejando esta labor solamente a los legisladores, rechazando también cualquier adquisición de deuda pública que no haya sido antes plesbiscitada, legal; promoviendo la construcción de reglas justas y equitativas, aplicables para todos los ciudadanos y también para los gobernantes, limitando la injerencia manipulada de jueces a través de referéndums que sean capaces de remover de su cargo a los mismos por incapaces y no representar los intereses de la ciudadanía, y, cultural; presionando a los medios masivos de comunicación para que estos generen contenidos de mejor y mayor nivel educativo y cultural, fomentando la elaboración de planes de estudio para todos los niveles académicos no solamente competitivos sino eficaces y que en ellos se promuevan los valores éticos, morales y cívicos necesarios para la gestación de un humanitarismo que encumbre a los individuos como mejores conciudadanos, críticos y conscientes. Los destinos de las generaciones actuales y las postreras no son y no deben ser un juego. No negamos la necesidad de la existencia de las Instituciones, ni de los poderes tal cual quedan estructurados en la República, promovemos que estos poderes dejen de ser omnímodos y acepten la participación ciudadana como la única oportunidad de transformar nuestras instituciones a favor de todos. Muchos congresos estatales están secuestrados, al igual que los ejecutivos y alcaldías, hay recintos culturales e instituciones que viven bajo el cacicazgo permanente de mafias impostadas en el nombre de ningún talento. Los partidos políticos no son auto financiables cuando por el propio neo liberalismo que nos han impuesto deberían dejar de depender del erario público, puesto que además utilizan los recursos para malograr los votos en vez de crear una ciudadanía crítica, claro, saben que eso no les favorecería en su lucha hacia el poder por el poder mismo. Saben también que es más fácil coaccionar y coercionar y saben… que muchas personas no saben. Cuentan también con la complicidad de televisoras y medios diversos de divulgación de noticias tendenciosas y sesgadas a su favor, no a favor del pueblo -como pueblo todos-.
Entonces ¿qué hacer cuando la ciudadanía al mismo tiempo de ser indiferente está también indignada? Vincular una cosa con la otra, es decir, poner en sus manos el “cubic” para que sincronice la situación actual con la histórica y prevea el futuro. Hay una línea en trayectoria de la que no está formando parte, solo pagando los platos rotos. La democracia se la están dando preconcebida de antemano y le están imponiendo las reglas del juego a costa de su propia dignidad e inclusive, pisoteando sus derechos humanos, alardeando de grandes pasos… que solo dan ellos, los partidocratas… en su luna. Mientras tanto endeudan el destino de generaciones enteras por venir y no rinden cuentas claras de todo lo que se gastan. Imponen leyes como cortinas de humo y permiten que la corrupción crezca. Claro, dejan uno que otro puente para seguir teniendo defensores a ultranza, mientras siguen comprando voluntades a diestra y siniestra y formando orangutanes golpeadores en vez de ciudadanos. Armando guerras entre sí y contra los civiles. Desapareciendo periodistas, comprando a otros, generando violencia estructural en todos los niveles e impidiendo el acceso a la libre información no sesgada ni manipulada, inflando cifras macro que no perciben el hedor del indigente. Dando urraca por codorniz a un pueblo que por si fuera poco, no sabe elegir. Un pueblo que en sus bases mayoritarias no sabe pensar entre el bien y el mal qué es lo correcto, y mejor apuesta por el mal, dejándose sobornar con sus propios centavos, suponiendo que es correcto.
Se ha generado a una masa sumida en su propia vanidad que no termina por despertar porque sigue alejada de los parámetros de dignidad básica y a cambio, se le ha distorsionado la información haciéndole creer que indignarse es violentarse. Se les ha enseñado a ser una masa violenta y puesto que la violencia es sinónimo de ignorancia, también se le ha inculcado el obstinarse en su propia obstinación.
Basta! Coahuila es un colectivo que nace a partir de la profunda indignación que ocasiona el fraude del Moreirazo en Coahuila. Un fraude que nos sacude y saca de nuestra línea de confort llevándonos a protestar y a proponer, a trabajar en pos de vincular las deficiencias con las soluciones para que los problemas tengan un cauce en favor de su solución. Nos sometemos a un proceso en el que reflexionamos seriamente sobre los ejes a partir de los cuales habremos de replantear la sintomatología del caos –arriba bosquejada- para evolucionar en una metodología que nos auxilie en la estructuración de líneas de acción concretas a partir de la co participación de aquellos individuos y sectores comprometidos con la lucha para cambiar a México. Propiamente no somos una Asociación Civil y no pretendemos serlo. Basta! Coahuila aspira, desde su plataforma en redes, a promover la construcción de ciudadanía y la información constante. Trabaja para ello con diversos colectivos ciudadanos, conscientes y laboriosos, organiza asambleas ciudadanas mes tras mes, convoca a marchas y manifestaciones e interactúa con otros colectivos y/o movimientos sociales alrededor del mundo y en nuestro país. Generamos contenido visual y textual a través de las mismas redes sociales, blogs y páginas web. Como colectivo somos pacíficos y hemos sido apartidistas, con la variante de que posterior a sufrir la represión por parte de lideresas y porros del PRI durante una visita del candidato tricolor a la presidencia, nos vimos precisados a definirnos anti PRI y anti Peña Nieto. Esta situación de violencia que padecemos en mayo, nos lleva a comprometernos en definitiva con una línea anti PRI que sostendremos con el tiempo y aún cuando nuestro tema fundamental es y seguirá siendo el asunto del Moreirazo.
Más allá de eso y prioritariamente, lo que nos interesa es aportar en la articulación de células ciudadanas que trabajen con propósitos definidos en pro de mejorar a través de la participación ciudadana nuestra vida pública, sustancialmente empoderando al ciudadano promedio para que la injerencia colectiva se dé como un factor de recomposición institucional y permanente en todo el país. Estamos partiendo de la inteligencia toral de convertirnos en un nodo, por medio del cual el intercambio constante de experiencias y actividades rinda frutos en bien de la sociedad mexicana. Hemos tenido pequeños pero sustanciales triunfos que consideramos además han servido de modelo para otras latitudes. Actualmente nuestra labor en redes nos enlaza con miles de personas de manera cotidiana y nos ha permitido el acercamiento con algunos actores políticos interesados –tal vez- en coadyuvar al enriquecimiento social que se gesta cuando el ciudadano común aporta y propone en y desde sus espacios, entendiendo que todo espacio es público cuando este espacio ha sido construido con dinero de todos. En ese sentido, no descansaremos hasta que las personas sean suficientemente conscientes y participativas, de tal forma que sean superadas las brechas que hoy separan a mandatarios de mandantes, a legisladores de representados y a la ciudadanía del poder, puesto que este le corresponde al conglomerado social, no a particulares o individuos, muchos menos a partidos políticos.
Como nodo que articula, comprendemos que la necesidad de la masa social está en despertar y asumimos parte del compromiso que ello implica no pretendiendo ser más que portavoces de inquietudes y promotores de la unidad. Re conceptualizando la vida republicana es como podremos en realidad definir el bien conjunto. La tarea de gobernar debe seguir siendo de aquellas personas a quienes se les otorga el derecho a representarnos y actuar por nosotros sin que ello signifique que “esos” deben trabajar en absoluta libertad sin tomar en cuenta la opinión y necesidades de una base social que debe aprender a indicar el camino. Ningún gobierno debe mandarse solo, los resultados los tenemos a la vista y a cambio la sociedad sigue sumida en una diferenciación conceptual gigantesca frente a la obligación inherente que cualquier nación tiene para construirse y autodefinirse, más allá de la idolatría pendenciera en la que los gobernantes han postrado a los habitantes de nuestro país, a quienes se nos introduce en un laberíntico esquema estructural.
Por una parte ‘idolatramos’ a los políticos a partir de que los observamos como benefactores y una vez que nos damos cuenta de que esos beneficios sólo le llegarán a unos cuantos privilegiados, caemos en el espíritu de revancha y decepción, gestando la segunda etapa de este conflicto: indiferencia ciudadana y mayor corrupción política. El resultado es desastroso toda vez que como ciudadanos nos alejamos entonces de la vida política y pública, permitiendo con ello que la “clase política” crezca en su dominio y el problema real es que ese dominio lo transforman en absoluto y lo alejan de todo bien social, ya que ellos conceptualizan el “bienestar social” en dádivas temporales y solamente a favor de quienes les votan y llenan mítines.
Toda esta tergiversación de la democracia llena a México de un agravio histórico que merma en la conciencia nacional.
Por nuestra cuenta, al definir que nuestro despertar al activismo social se sustenta en un encabronamiento personal, estamos también aceptando que ese enojo es capaz de centrarse en una causalidad y construir un discurso actual que es horizontal y que es enriquecido por el propio historial de vida. Nos molestó la violación a los derechos básicos del ser humano y el atropello así como la injusticia patrocinada por el gobierno o alguna organización. Nos dimos cuenta que ese gobierno u organización no sólo no nos representa, sino que podemos y debemos actuar para transformarle, no de manera violenta, sino pacífica y justa, centrada en el bien común. Para lograrlo, contamos con la facultad –inherente a todo ser humano- justa y precisa de la generación de una indignación que se traduce en activación de la conciencia y de la voluntad. El compromiso de construir un mejor México es una responsabilidad compartida y esperamos que el despertar de cada ser humano se presente propicio para transformar los vicios que se engendran a partir de la intolerancia y la corrupción, de la mentira y del cacicazgo. Ese despertar es una virtud que cada Ser debe ocasionar en su ámbito, lo que nosotros hacemos es, en todo caso, solamente estimular a los individuos de todas las creencias, razas y preferencias, de todos los niveles sociales, culturales, académicos y de todas las latitudes. El estímulo del bien colectivo como principio de construcción del bien particular, es sustancial, ya que en virtud de poder neutralizar los problemas generados por el neoliberalismo y la globalización es necesario replantear todos nuestros principios y valores, no para suprimir ninguna doctrina, sino para modificar lo necesario en aras de reconstruir la vida.
Cada individuo es una arteria que comunica. Al optimizar esa comunicación y encauzarla hacia la construcción de ciudadanía, estaremos logrando vincular necesidades y visiones. La objetividad de nuestras causas sociales nace precisamente de subsanar diferencias para redefinir principios básicos sustentados en las concordancias. La tarea de acrecentar la plataforma ciudadana debe incluirnos a todos, desde los esfuerzos individuales hasta los colectivos de tal manera que logremos conformar desde todas las perspectivas una masa vigorosa que siendo crítica lo es también propositiva. Lo anterior no es difícil aunque se torna complicado por la naturaleza del ser humano y sus particularizaciones, sin embargo es necesario apostar por la reivindicación de la sociedad como factor de impulso y motor de cambio. No esperando que esto lo hagan los políticos o gobernantes. La verdadera oportunidad está en nuestras manos porque sólo el ciudadano podrá definir lo que le hace falta a sí mismo y su contexto, en la inteligencia de que debemos aprender a aportar para recibir, y esa aportación debe quedar fincada para el bienestar de todos, no al de unos cuantos pusilánimes pendencieros que se catalogan superiores a una sociedad que les rebasa cuando despierta.